La probabilidad de que Dios exista es del 62%, según el cálculo realizado por el periodista y ensayista alemán Thomas Vasek a partir de una fórmula creada hace 250 años por el pastor presbiteriano inglés Thomas Bayes.
Con su cálculo personal, Vasek trata de encontrar al menos una salida parcial a un problema que ha ocupado a un sinnúmero de pensadores a lo largo de los siglos.
Los esfuerzos por probar racionalmente la existencia de Dios, según Vasek, han desembocado todos en el fracaso y ya en el siglo XVII Blaise Pascal —que era matemático, físico, teólogo y un jugador apasionado— creía que se trataba de una cuestión ante la que no quedaba otra posibilidad que apostar a ciegas.
Vasek, que sigue de cerca las reflexiones hechas por el físico Stephen D. Unwin en su libro La probabilidad de la existencia de Dios, no se contenta con apostar a ciegas y trata de precisar un tanto la posibilidad de una u otra hipótesis al respecto.
Para ello, Vasek usa el cálculo de probabilidades, disciplina que Pascal contribuyó decisivamente a desarrollar, y expone sus conclusiones en un ensayo que publica la revista científica alemana P.M en su próxima edición.
Como punto de partida, Vasek asume que la probabilidad de que exista Dios es de un 50%, lo que, según admite, es una manera de decir que no se tiene ni la más remota idea de cuál es la respuesta más adecuada, puesto que la hipótesis contraria se asume como igualmente probable.
A partir de ese punto de desconcierto absoluto, se examinan cinco ámbitos de indicios para ver si estos fortalecen una u otra hipótesis.
El primero de esos ámbitos es todo lo relacionado con el origen del universo y, a partir del hecho evidente de que el universo existe, se formula la pregunta de si su surgimiento hubiera sido más o menos posible con o sin la existencia de Dios.
En ello, se ve como “algo más posible” que el universo haya sido creado por Dios a que haya surgido de la nada, con lo que la probabilidad de la existencia de un ser supremo aumenta a un 67%.
En el segundo ámbito, todo lo relacionado con el hecho de que el cosmos tiene un orden, también aumenta la probabilidad de la existencia de Dios. Si las condiciones físicas de nuestro mundo, según Vasek, cambiaran sólo mínimamente, éste colapsaría, lo que sin embargo no ocurre.
“Vivimos en un universo improbable”, dice Vasek, y para hacerlo un tanto más probable —y en vista de que parece existir— opta por aumentar la probabilidad de la existencia de Dios al 80%.
El tercer ámbito es todo lo relacionado con la evolución y allí se ven las dos hipótesis —la de que Dios exista y haya desatado el proceso de evolución o la de que éste sea algo autosuficiente— como igualmente factibles. Esto hace que la probabilidad de que Dios existe no cambie.
El cuarto ámbito —el relacionado con la existencia del bien y del mal moral—, sin embargo, le da un duro golpe a la hipótesis de que Dios existe.
Aunque la evidente posibilidad que tenemos los seres humanos de reconocer el bien aumenta en algo la probabilidad de la existencia de Dios, la existencia del mal le da un duro golpe hasta reducirla al 45 por ciento.
Sólo el último ámbito de indicios, el relacionado con la evidencia de que a lo largo de la Historia ha habido muchas personas que han tenido experiencias místicas y religiosas, hace que la probabilidad de la existencia de Dios vuelva a aumentar hasta ponerse en un 62%.
El resultado de Vasek corrige a la baja el de Unwin, quien en su libro publicado en 2005 había llegado la conclusión de que la probabilidad de que Dios exista es del 67%.
En todo caso, llega a una situación algo más confortable que la de Pascal, que no veía otra salida que la de apostar a ciegas y sólo podía justificar su decisión de creer en Dios diciendo que, de acertar, le esperaba una ganancia eterna, mientras que el riesgo de perder la apuesta era prácticamente inexistente.
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