Elaine Howard Ecklund, autora del libro Science vs. Religion. What Scientists Really Think, ofrece datos que desmienten la supuesta contraposición entre ciencia y fe. Según la editorial, Oxford University Press, es el primer estudio que analiza de manera objetiva las creencias religiosas de los científicos más prestigiosos de Estados Unidos. Lo cuenta Lorenzo Fazzini en Avvenire.
Parece que ni el darwinismo, ni los problemas éticos derivados de la investigación científica, ni el presunto conflicto entre lo racional y lo irracional, quitan la fe a la mayoría de quienes se dedican a la ciencia, sea cual sea la especialidad que cultiven. Ecklund, investigadora de la Rice University (Texas) y codirectora del Centro de Estudios sobre Religión y Vida Urbana de la misma, se propuso hace años investigar sobre lo que los científicos piensan de la religión. Para ello, hizo una encuesta entre 1.200 científicos y entrevistó personalmente a 275.
Apoyándose en los resultados, la autora sostiene que el ateísmo general en el ámbito científico no es más que un mito: el 50% de los científicos entrevistados confiesa tener creencias, frente al 30% que se declara ateos o agnósticos. El 20% restante dice tener idea de algún “Absoluto”, pero de forma no convencional. Además, sólo la mitad de los científicos que no creen en Dios admitan la existencia de un conflicto entre fe y ciencia. Todos los demás consideran que ambas son compatibles.
A diferencia de lo que podría pensarse, advierte Ecklund, hay más científicos creyentes entre las generaciones más jóvenes. Para ella, una de las razones es que hoy día resulta más fácil hablar y discutir sobre religión en el ámbito científico que en otras épocas, en las que estaba extendido cierto prejuicio académico contra las creencias. Y pese a que existe en el gremio cierta reticencia a hablar públicamente de fe, una vez vencida, es normal que los científicos, incluidos los no creyentes, se muestren abiertos al diálogo y a la reflexión sobre cuestiones religiosas.
Para el académico César Nombela, catedrático de Microbiología y presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) entre 1996 y 2000, la Teología es un ámbito del pensamiento diferente al científico, pero igualmente válido: "La ciencia puede explicar muchas preguntas propias de su competencia, pero probar la existencia de Dios es otro terreno". Como científico y creyente, Nombela reconoce "aplicar la ciencia en todas las situaciones racionales; pero no es irracional creer que existe un creador que dio lugar a las mismas leyes de la naturaleza y que da respuesta a las preguntas de la existencia humana". Y concluye: "El Darwinismo explica la evolución, pero no excluye la existencia de un Creador inicial".
Por su parte, Nicolás Jouvé, Catedrático de Genética en la Universidad de Alcalá de Henares, a falta de conocer los detalles del polémico libro, no cree que Hawking llegue a conclusiones novedosas sobre el origen de la materia y el tiempo, y afirma que la ciencia es una "parcela del conocimiento que no puede ignorar a otras disciplinas como la filosofía y la teología, que también tratan de responder las cuestiones humanas". "El ser humano tiene que resolver sus preguntas. La existencia de Dios es un tema ´intratable´ científicamente".
Uno de los científicos que más ha hecho por conciliar ciencia y religión es el experto español en evolución genética de las especies, Francisco Ayala. El investigador de la Universidad de California en Irvine, EEUU, declaró es que "la fe y la ciencia no son incompatibles porque tratan cuestiones diferentes", tras ser galardonado con el premio internacional Templeton el pasado marzo. El premio, que busca vías de diálogo entre la ciencia y la religión, ya había sido concedido anteriormente a líderes espirituales, filósofos y científicos por igual.
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