Creer en Dios puede hacer que la vida sea más feliz, según un estudio presentado en una conferencia de la Royal Economic Society (Real Sociedad Económica), en la Universidad de Warwick, Reino Unido .
El documento -que contiene información proporcionada por miles de europeos- sugiere que las personas religiosas pueden reaccionar mejor ante eventos como perder el trabajo o divorciarse porque tienen un nivel más alto de satisfacción con las cosas de este mundo.
El profesor Andrew Clark, académico de la Escuela de Economía de París, Francia, que participó en la investigación, explicó que otros aspectos de la educación religiosa que no tienen que ver con la fe también pueden influir en la felicidad futura.
Éste no es el primer estudio que relaciona la religión con la felicidad, y muchos psicólogos piensan que hay factores benéficos en la fe o en la observancia de la fe.
En 2003 un grupo de investigadores de la Universidad de California, Estados Unidos, concluyó que los budistas son las personas más felices y más calmadas del mundo.
Sin embargo, otras investigaciones han indicado que no hay ningún vínculo entre la religión y la felicidad, señalando que algunas prácticas religiosas crean sentimientos de culpa que pueden provocar neurosis y otras enfermedades mentales.
El profesor Clark y la doctora Orsolya Lelkes, del Centro Europeo de Investigación y Política de Bienestar Social, usaron información de encuestas realizadas en hogares cristianos -tanto católicos como protestantes- para analizar no sólo sus actitudes ante la felicidad propia sino también ante temas como el desempleo.
Sus conclusiones indican que la religión puede ofrecer cierta “protección” contra los desengaños de la vida.
“Comenzamos la investigación para entender por qué hay países europeos con beneficios de desempleo más generosos que otros, pero nuestro análisis sugirió que las personas religiosas sufren menos daño psicológico que los no creyentes cuando pierden su trabajo”, explicó Clark.
Las personas religiosas “tienen niveles de satisfacción más elevados”, concluyó el académico.
Pese a que es más probable que las personas que acostumbran ir a la iglesia se opongan al divorcio, la separación marital les afecta menos que a otras personas cuando se produce, agregó el investigador.
“Encontramos que las personas religiosas experimentan estímulos en el presente en vez de guardarlos para el futuro”, puntualizó Clark.
Sin embargo, el académico admitió que la naturaleza de los estudios que se usaron significa que hay factores no detectados -tal vez en la forma de vida o en la formación de las personas religiosas, como una familia estable y relaciones- que provocan este tipo de satisfacción.
El beneficio puede provenir del sentido de que hay “un propósito en la vida” entre los creyentes, dijo Francis.
“Estas conclusiones son consistentes con otros estudios que sugieren que la religión tiene un efecto positivo, aunque hay quienes opinan que la religión puede llevar a la inseguridad y al fracaso, y por tanto puede tener un efecto negativo”, declaró.
“Todavía hay muchos que piensan que la religión daña a las
Terry Sanderson, presidente de la National Secular Society (Sociedad Secular Nacional) -que representa los intereses de los ateos y los agnósticos británicos- señaló que los estudios sobre la presunta relación entre la religión y la felicidad “no tienen sentido”.
Según Sanderson, “los no creyentes no pueden simplemente adoptar una fe para ser felices. Si uno piensa que los argumentos religiosos son increíbles no creerá en ellos pese a la presunta recompensa que ofrezcan en términos de satisfacción personal”.
La felicidad, indicó, “es un concepto evasivo, porque escuchar música clásica me parece sumamente agradable y ver fútbol me parece repulsivo”.
Otras personas “sienten exactamente lo opuesto. Pero a fin de cuentas todo depende del individuo y, hasta cierto punto, de sus predisposiciones genéticas”, dijo Sanderson.
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