Un protestante ve el Purgatorio, para asombro de su esposa, pastora pentecostal Fue una experiencia cercana a la muerte parecida a la de muchos otros testimonios: paz, un prado, parientes... pero lo asombroso es la presencia de almas en otro estado, un Purgatorio, algo que un protestante no esperaría nunca.
Va contra todo lo que nos enseñaron", dice Lois A. Hoshor (www.loisahoshor.com), predicadora y pastora principal de una congregación pentecostal de Thornville, Ohio. Pero su marido Bob, compañero evangelizador y responsable de música de la comunidad, vio el Purgatorio mientras estaba "clínicamente muerto" durante una operación a corazón abierto en el Centro Médico de Fairfield.
"Sé que él vio lo que vio", ha de admitir la pastora Lois, autora de tres libros sobre espiritualidad y milagros en la vida cotidiana.
Sucedió en marzo de 2010. Bob Hoshor se estaba sometiendo a una operación de corazón, los médicos detuvieron la circulación en su corazón durante 21 minutos. Y entonces Bob se vio a si mismo justo detrás del cirujano que le operaba.
"Yo estaba detrás de él, y sabía que Jesús estaba detrás de mí. Y le pregunté: Señor, ¿qué hace? Y Él dijo: "está masajeando tu corazón". Bob afirma que entonces Jesús introdujo Sus manos en los brazos y manos del doctor.
A continuación Bob tuvo una imagen del Cielo: era un prado. "El verde allí no es como aquí, es como si el color estuviese vivo", detalla. Por el prado se acercaban parientes suyos y de su mujer. Bob no habló con nadie, sólo miró el entorno.
Cuando "volvió" al hospital, afirma que vio el Purgatorio: se vio rodeado por cientos de almas a su alrededor. "Había un enorme montón de ellas, cuando mirabas por la ventana; simplemente deambulaban, errantes".
Lois está asombrada: hace 30 años que evangeliza junto con su marido, tienen un veterano grupo de gospel, viajan y predican y ella da clases a estudiantes de la Biblia. Como pentecostales, creen en los milagros, el poder de la alabanza, la intercesión, que Cristo volverá "pronto"... pero siendo protestantes, no saben dónde encajar esta experiencia.
"Me enseñaron que tu espíritu va con Dios y el cuerpo al polvo, así que esto va contra todo lo que me enseñaron", explica perpleja la pastora Lois, aunque ha incluido la experiencia en su nuevo libro, "The Spirit of the Soul". También lo han explicado en su periódico local, el "Lancaster Eagle Gazette". Bob dice que aprendió más cosas en ese momento, "si bien se supone que no debo hablar de ellas en este momento".
Como mucha gente que ha tenido experiencias cercanas a la muerte, Bob dice que ya no la teme en absoluto, que sabe que hay algo hermoso allí. Eso sí, los Hoshor tienen claro que "sólo hay un camino al cielo, y su nombre es Jesús. Si conoces a Cristo, no has de temer la muerte".
El Catecismo de la Iglesia Católica sobre el Purgatorio
1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031 La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y de Trento. La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 Pedro 1, 7) habla de un fuego purificador:
«Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, Dialogi 4, 41, 3).
1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 Mac 12, 46).
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
«Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Job 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? [...] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos» (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios homilia 41, 5).
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