miércoles, 20 de julio de 2011

Life goes on (La vida continúa)


Artículo apareció en la revista ODE número: 29 
 
El cardiólogo Pim van Lommel realizó un monumental estudio sobre las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) que levanta fascinantes preguntas acerca de la vida después de la muerte, del ADN, del inconsciente colectivo, y sobre el karma de todo el mundo.
Cuando The Lancet publicó su estudio sobre las Experiencias Cercanas a la Muerte, el cardiólogo holandés Pim van Lommel no podría haber sabido que eso lo convertiría en uno de los científicos de quien más se hablase en el mundo. 

Hace 35 años cuándo Van Lommel, trabajando como médico ayudante en un hospital, escuchó atentamente a un paciente contar su Experiencia Cercana a la Muerte. Él se quedó inmediatamente fascinado. Pero no fue hasta años más tarde, cuando leyó el libro “Regreso del Mañana” [Return from Tomorrow] en el que el doctor Americano George Ritchie describe su propia Experiencia Cercana a la Muerte con todo detalle, cuando Van Lommel se preguntó si habría muchas otras personas que habían atravesado por experiencias semejantes. 

Van Lommel decidió desde entonces preguntarles a todos sus pacientes si ellos recordaban cualquier cosa que hubiera sucedido durante sus paros cardíacos. “La respuesta era generalmente ‘no’ pero algunas veces ‘¿por qué?’ Cuando yo escuchaba esto último, prolongaba la visita a la oficina.” Durante dos años él escuchó relatos de 12 pacientes y su curiosidad científica se despertó. Esos relatos fueron el principio de un estudio que duró años.
“Miraba hacia abajo a mi propio cuerpo desde allí arriba, y vi médicos y enfermeras luchando por mi vida. Podía oír lo que decían. Entonces tuve un sentimiento acogedor y yo estaba en un túnel. Al final de ese túnel había una luz brillante, acogedora, blanca y vibrante. Era maravilloso. Me dio un sentimiento de paz y confianza. Floté hacia ella. El sentimiento de acogida llegó a ser más y más fuerte. Me sentía en casa, amado, casi en estado de éxtasis. Vi mi vida destellar como un flash ante mí. De repente sentí una vez más el dolor del accidente y regresé disparado a mi cuerpo. Estaba furioso de que los médicos me hubieran traído de vuelta. 
 
Casi todas las descripciones de las Experiencias Cercanas a la Muerte son así de hermosas. Las personas se sienten conectadas y apoyadas. Llegan a comprender cómo funciona el universo. Experimentan amor incondicional. Se sienten libres de las opresivas preocupaciones de la existencia terrenal. ¿Quién no querría una experiencia así? “Suena fantástico, ¿no es así?” Van Lommel se ríe. “Pero no siempre es fácil afrontarlas. Cuando las personas regresan, a menudo tienen el sentimiento de que están encarceladas. Y puede llevar años antes de que sean capaces o tengan el valor de integrar en la vida cotidiana ese nuevo entendimiento que han obtenido en su experiencia.” 

Sin embargo, una mayoría de personas que han tenido una Experiencia Cercana a la Muerte la describen como algo magnífico y dicen que les enriqueció la vida. Van Lommel explica que “la cosa más importante que les dejan [estas experiencias] a estas personas es que ellas ya no tienen miedo a la muerte. Esto es porque ellas han experimentado que su consciencia sigue viva, que hay continuidad. Su vida y su identidad no terminan cuando el cuerpo muere. Ellas simplemente tienen la sensación de que se han quitado su abrigo.”
Eso puede sonar como si viniese de alguien que ha estado más tiempo de la cuenta frecuentando librerías de la New Age [La Nueva Era]. Pero por lo que Van Lommel ha visto, las Experiencias Cercanas a la Muerte no están en absoluto limitadas a miembros de esa comunidad “espiritual”. Estas experiencias son igual de frecuentes entre personas que eran muy escépticas de antemano en relación a este tema. 

“Llegué a estar “separado” del cuerpo y floté sobre él y sobre sus alrededores. Era posible ver el dormitorio circundante y mi cuerpo, aunque mis ojos estaban cerrados. Yo era de repente capaz a “pensar” cientos o miles de veces más rápido—y con mayor claridad—de lo que es humanamente normal o posible. En este momento me di cuenta y acepté que había muerto. Era hora de continuar. Era un sentimiento de total paz—completamente sin temor o dolor, y no implicaba ninguna emoción en absoluto.
 
La cosa más notable, dice Van Lommel, es que sus pacientes tienen tales experiencias de expansión de la consciencia durante el tiempo en que sus cerebros no registran actividad. Pero eso es imposible de acuerdo con el nivel actual del conocimiento médico. Debido a que la mayoría de los científicos creen que la consciencia ocurre en el cerebro, esto crea un misterio: ¿Cómo pueden las personas experimentar la consciencia [o tener actividad cognoscitiva] durante el tiempo en el que están inconscientes mientras tienen un paro cardíaco (una muerte clínica)? 

Después de todos esos años de intenso estudio, Van Lommel todavía habla con reverencia acerca del milagro de la Experiencia Cercana a la Muerte. “En ese momento estas personas no sólo están conscientes; su consciencia está incluso más expandida que nunca. Ellos pueden pensar con extrema claridad, tienen recuerdos que se remontan a su niñez más temprana y experimentan una conexión intensa con todo y con todos a su alrededor. ¡Y sin embargo el cerebro no muestra ninguna actividad en absoluto!”
Esto ha suscitado varias grandes preguntas para Van Lommel: “¿Qué es la consciencia y dónde está localizada? ¿Qué es mi identidad? ¿Quién está haciendo las observaciones cuando veo mi cuerpo allí abajo en la mesa de operaciones? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?” 

“El cuerpo que observé y que estaba tumbado en la cama era el mío, pero yo supe que no era tiempo de partir. Mi tiempo en la tierra no había terminado todavía; todavía había un propósito.” 
 
Para convencer a sus colegas de la validez de estas nuevas percepciones [o conocimientos. Insights], Van Lommel primero tuvo que demostrar que esta expansión de la consciencia ocurría, de hecho, durante el período de muerte cerebral. Eso no fue difícil de demostrar. Los pacientes eran a menudo capaces de describir con precisión lo que había sucedido durante su paro cardíaco. Ellos sabían, por ejemplo, exactamente dónde la enfermera puso sus dentaduras postizas o lo que habían dicho los médicos y los miembros de la familia. ¿Cómo una persona cuyo cerebro no estaba activo podría saber estas cosas?
No obstante, algunos científicos continúan afirmando que estas experiencias deben suceder en el momento durante el cuál todavía se está produciendo alguna función cerebral. Van Lommel es claro como el cristal en su respuesta: 

“Cuando el corazón deja de latir, el riego sanguíneo se detiene en el plazo de un segundo. Entonces, 6,5 segundos más tarde, la actividad del EEG [Electroencefalograma] comienza a cambiar debido a la escasez de oxígeno. Después de 15 segundos hay una línea recta y plana, y la actividad eléctrica en la corteza cerebral ha desaparecido completamente. Nosotros no podemos medir el tallo cerebral, pero experimentos en animales han demostrado que esa actividad también se ha detenido allí.”
“Más aún, se puede demostrar que el tallo cerebral ya no está funcionando porque regula nuestros reflejos básicos, tales como la respuesta de la pupila y el reflejo de tragar, que ya no responden. De ese modo puedes introducir fácilmente un tubo por la garganta de una persona. El centro respiratorio también se detiene. Si el individuo no es reanimado dentro de un plazo de 5 a 10 minutos, sus células del cerebro se dañan de forma irreversible.” 

Él es consciente de que sus conclusiones sobre la consciencia se oponen abiertamente al pensamiento científico ortodoxo. Es extraordinario que una revista científica con autoridad como The Lancet estuviese dispuesta a publicar su artículo. Pero no fue sin una lucha. Van Lommel recuerda con una sonrisa, “llevó meses antes de que me diesen la luz verde. Y luego de repente querían concluirlo, en un día.”
El trabajo de Van Lommel suscita profundas preguntas acerca de lo que realmente significa “la muerte”: “hasta ahora, ‘la muerte’ simplemente significaba el fin de la consciencia, de la identidad, de la vida,” él indica. Pero su estudio derriba ese concepto, junto con los actuales mitos médicos acerca de quienes tienen Experiencias Cercanas a la Muerte. 

“En el pasado, estas experiencias eran atribuidas a razones fisiológicas, psicológicas, farmacológicas o religiosas. Así como a una escasez de oxígeno, a la liberación de endorfinas, obstrucciones de receptores, al temor a la muerte, alucinaciones, expectativas religiosas o a una combinación de todos estos factores. Pero nuestra investigación indica que ninguno de estos factores determina si alguien tiene o no tiene una Experiencia Cercana a la Muerte.” 

“Esta experiencia es una bendición para mí, pues ahora sé con seguridad que el cuerpo y el alma se separan, y que hay vida después de la muerte. Me ha convencido de que la consciencia vive más allá de la tumba. La muerte no es la muerte, sino otra forma de vida. 
 
Van Lommel afirma que el cerebro no produce la consciencia ni almacena la memoria [o los recuerdos]. Él indica que el experto americano en informática [o ciencias de ordenadores. Computer Science] Simon Berkovich y el investigador holandés del cerebro Herms Romijn, trabajando independientemente el uno del otro, llegaron a la misma conclusión: que es imposible para el cerebro almacenar todo lo que usted piensa y experimenta en su vida. Esto requeriría una velocidad de procesamiento de 1024 bits por segundo. Simplemente viendo una hora de televisión ya sería demasiado para nuestros cerebros. “Si usted quisiera almacenar esa cantidad de información—junto con los pensamientos asociativos producidos—su cerebro se quedaría bastante lleno,” dice Van Lommel. “Anatómicamente y funcionalmente, es simplemente imposible para el cerebro tener este nivel de velocidad.” 

De ese modo, esto significaría que el cerebro es realmente un receptor y transmisor de información. “Se Podría comparar el cerebro con un aparato de televisión que sintoniza con ondas electromagnéticas específicas y las convierte en imagen y sonido.” 

“Nuestra consciencia en estado de vigilia, la consciencia que tenemos durante nuestras actividades diarias,” continúa Van Lommel, “reduce toda la información que hay a una única verdad que experimentamos como ‘la realidad.’ Durante las Experiencias Cercanas a la Muerte, sin embargo, las personas no están limitadas a sus cuerpos ni a su consciencia en estado de vigilia, lo que significa que experimentan muchas más realidades.”
Esto explica por qué las personas que tienen una Experiencia Cercana a la Muerte tienen a veces gran dificultad para funcionar en su vida diaria posteriormente. Ellas retienen la sensibilidad que les permite sintonizar con diferentes canales simultáneamente, lo que hace que una fiesta-cóctel o un viaje en autobús se conviertan en una experiencia agobiante, ya que toda la información de las personas a su alrededor les llega a través de todos los canales. 

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