miércoles, 14 de diciembre de 2011

Experiencias cercanas a la muerte: 30 años de investigación (Parte IV)

¿Son la mente y el cerebro una misma entidad? ¿Qué nos dicen realmente las ECM?

Durante siglos, la gente viene reflexionando sobre la relación entre la mente y el cerebro sin llegar a una conclusión. Algunos piensan que el cerebro es la mente, mientras que otros piensan que son dos entidades separadas.
En los últimos 50 años, un fenómeno denominado experiencia cercana a la muerte (ECM), comenzó a ganar la atención del mundo. Aquellas personas que fueron declaradas muertas o que llegaron a estar muy cerca de la muerte, hablaban de experiencias como dejar sus cuerpos, pasar a otros reinos o encontrarse con personas fallecidas, todo esto daba lugar a la idea de que la mente es independiente del cerebro.
En las series anteriores hemos explorado diferentes aspectos de las experiencias cercanas a la muerte y, después de más de 30 años de investigación, se concluyó por unanimidad que el concepto de las ECM expresa verdaderas experiencias que van más allá de la comprensión de la ciencia actual. Entonces, ¿qué nos revelan las ECM? ¿Qué podemos aprender de ellas?
Robert y Suzanne Mays, investigadores de las ECM, han desarrollado una teoría para explicar dicho fenómeno que fue presentada este año en la Asociación Internacional de Estudios Cercanos a la Muerte (IANDS por sus siglas en inglés).
Tras analizar las características de las ECM, Robert y Suzanne propusieron que la mente es una entidad independiente del cerebro, que podría existir como un campo de energía que puede interactuar con las neuronas de la corteza cerebral a través de intercambios eléctricos.
Robert y Suzanne Mays creen que durante las ECM la mente abandona el cerebro, y cuando el experimentador vuelve a la vida otra vez, la mente se une con el cerebro, pero la conexión no es tan fuerte como antes.
Consistente con el fenómeno de las ECM y la investigación moderna sobre el cerebro, ellos sugieren que la mente es el lugar de la conciencia, pero cuando se unen o conectan con el cuerpo, esto necesita la actividad eléctrica del cerebro para llegar a estar consciente.
Entonces, para explicar por qué la gente puede verse a sí misma teniendo un cuerpo separado del cuerpo material mientras está acostado en la cama, se propuso que la mente también asume la forma de un cuerpo, lo que explicaría también el fenómeno de la falta de miembros en los fantasmas, o el de las personas que les falta un miembros y que todavía pueden sentir la existencia de los miembros perdidos.
En apoyo de la teoría de Robert y Suzanne, los investigadores han reportado el caso de MG, a quien desde el nacimiento le faltaba algunos dedos de su mano izquierda, y aún así sentía sus dedos fantasmas. Cuando "tocaba" a otras personas con sus dedos fantasmas, los demás sujetos podían sentir el tacto. Cuando ella tocaba la parte posterior de la cabeza de los demás, incluso podía obtener las imágenes que había en sus mentes.
También hubo un caso donde una persona gravemente herida en un accidente automovilístico durante una noche brumosa, relató que había salido de su cuerpo volando hasta una casa, saltando y gritando en busca de ayuda fuera de la ventana del segundo piso. Un hombre que estaba en el segundo piso lo escuchó y llamó a la policía. Cuando la policía llegó, informó haber visto la niebla con la forma de un hombre saltando por la ventana.
En otra ocasión, un niño que experimentó una ECM dejó su cuerpo y permaneció cerca de un perro en un parque infantil, y el perro al verlo movía la cola, se levantaba y le ladraba. Robert, propuso que el "cuerpo-mente" de las personas podría ser visible a los perros, porque el espectro visual que tienen los perros es diferente al nuestro.
El niño también reportó que había cosquilleado la nariz de otro paciente en tres ocasiones cada vez que estornudaba.
Robert contó más casos de experimentadores de ECM que entraron en los cuerpos físicos de otras personas. En una ocasión, un hombre trató de suicidarse colgándose pero durante el estado de la  ECM lo lamentó, por lo que entró en el cuerpo de su esposa para comunicarse con ella y buscar ayuda. Después de que se puso en contacto, ella dijo: "Oh, Dios mío", tomó un cuchillo y se dirigió directamente al lugar donde estaba el marido y cortó la cuerda.
Otro caso documentado se refiere a George Rodonaia, médico en neuropatología que se sometió a una ECM, pues se lo declaró muerto por tres días. Durante el estado de ECM, sintió irse dentro de la cabeza de su esposa y escuchar sus pensamientos; ella pensaba que ya estaba muerto y en los hombres que podrían convertirse en su futuro esposo. La mujer confirmó que, efectivamente, tenía esos pensamientos antes de que él volviese a la vida.
Se señala, además, que esta teoría puede explicar los efectos secundarios de las ECM. Si la mente es de hecho un campo de energía, y después de una ECM ya no está tan firmemente unida con el cerebro como antes, es posible que pudiera afectar a los dispositivos electrónicos fuera del propio cuerpo, sentir otros pensamientos (telepatía), o tener otras habilidades paranormales.
Debido a que las actividades neuronales están asociadas a la conciencia y son en su mayoría la materia gris de la corteza cerebral, Robert y Suzanne propusieron que existe allí un interfaz para la interacción entre la mente y el cuerpo físico, especialmente en las dendritas apicales de las células piramidales.
Esto, al igual que la teoría propuesta por David LaBerge y Ray Kasewich del Simon’s Rock y Stanley Laboratory of Electrical Physics, publicado en la revista Neural Networks en el año 2007, señala que la elevada actividad de la dendrita apical subyace en las bases neurales de la conciencia.
A partir de ahora no tenemos forma de saber en qué medida esta teoría es cierta. Como el Dr. Bruce Greyson dijo en la conferencia de IANDS: "hemos arañado la superficie de la ECM". Pero hasta ahora esta teoría es consistente con los hallazgos actuales, y es un punto de partida para la interpretación científica del fenómeno de ECM.

http://www.lagranepoca.com/experiencias-cercanas-a-la-muerte-30-anos-de-investigacion-parte-iv

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